lunes, 21 de octubre de 2013

"Pedos de vaca" y otras energías renovables.



(Fuente: http://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/los-gases-del-ganado-vacuno-pueden-alimentar-el-motor-de-un-coche-391381921038)

Una vaca emite aproximadamente 300 litros de gas metano cada día, que, según los expertos, podrían utilizarse para poner en funcionamiento una nevera e incluso un coche. La técnica para la “extracción” de dicho gas consiste en un sistema de tubos que va desde el estómago de la vaca hasta una especie de mochila conectada a su espalda, en la cual se almacenan los diferentes gases emitidos por el ganado. Según los expertos esta técnica podría disminuir el efecto invernadero causado por el metano y a la vez constituir una nueva forma de energía renovable.



Lo cierto es que no tengo idea sobre la eficiencia que los “pedos de vaca” pueden tener como combustible, pero está claro que hay que apostar por las energías renovables frente a los combustibles fósiles, ya que de ello depende el futuro de nuestro planeta.

Los expertos llevan años advirtiéndonos: llegará un día, más cercano de lo que muchos creen, en que los combustibles fósiles se agotarán y, si seguimos dependiendo de ellos como hasta ahora, el futuro energético del planeta se verá gravemente afectado. Por ello, debemos optar por combustibles más limpios y sostenibles como lo son la energía solar o fotovoltaica, la hidráulica y la eólica, entre otras. Estas energías no solo luchan contra el cambio climático, sino que también traen consigo el crecimiento económico.

No obstante, los datos son favorables en lo que al crecimiento de este sector refiere. Según el PNUMA (Programa de Naciones Unidas por el Medio Ambiente) y New Energy Finance, “la inversión en energía sostenible ha aumentado notablemente en los últimos años; han sido las energías solar y eólica y los biocombustibles los que han atraído los mayores niveles de inversión.” Estos datos demuestran que cada vez son más los que apuestan por las energías renovables, ya sea por razones ecológicas o económicas.

Por todos es sabido que sin energía la vida no es posible, y mucho menos vivir como hoy lo hacemos, rodeados de facilidades y comodidades, la mayoría de las cuales funcionan con electricidad. Pero, ¿qué pasará cuando no tengamos los medios para conseguir esa energía ni, por tanto, electricidad?

En resumidas cuentas, el modelo energético actual es insostenible y los combustibles fósiles pronto se agotaran por lo que ya es hora de que gobiernos e individuos pongan en marcha campañas de concienciación y se pongan en marcha políticas energéticas basadas en un modelo sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

miércoles, 16 de octubre de 2013

El árbol de la ciencia: novela noventayochista.


El árbol de la ciencia, del escritor donostiarra Pío Baroja, se trata innegablemente de un libro noventayochista, no solo porque su autor pertenezca a dicha generación, sino también por las características, temas y estilo que se nos muestran.

Por una parte, Baroja toma como principal tema el problema de España con actitud de denuncia social, que refleja en el libro mediante constantes críticas a la sociedad y la política, a través de comentarios contundentes y satíricos sobre situaciones y personajes concretos, tales como el profesor de química. También se dan los conflictos existenciales, comunes en todos los autores de la Generación del 98, como el pesimismo vital, la angustia existencial y la pasividad ante ésta, que Hurtado analiza en las conversaciones con su tío Iturrioz.

Por otra parte, la estética y estilo del libro son también propios de esta generación. Es de tendencia antirreligiosa, aunque cuidada, y utiliza un lenguaje coloquial que todo el mundo pueda entender (“mujer seca”, “chinchorrería”...), puesto que da más importancia a la transmisión del mensaje que a la belleza estética. Además, Baroja no es partidario de las descripciones exhaustivas, sino que prefiere dar detalles a pinceladas, de forma que llamen la atención (estilo impresionista, típico del noventayochismo). Cabe mencionar también el tono pesimista y angustiado que adopta el autor, a través del protagonista, para reflexionar sobre lo absurdo de la vida y los problemas sociales, influido en gran parte por el filósofo Schopenhauer.

domingo, 6 de octubre de 2013

Reflexión sobre la tragedia de Lampedusa.

La madrugada del pasado jueves 3 de octubre, una Barcaza con 500 inmigrantes se hundió cerca de la costa de la isla italiana de Lampedusa, Sicilia. Se trataba de una embarcación que había partido 3 o 4 días antes desde el puerto libio de Misrata, con el fin de cruzar el estrecho y adentrarse en tierras europeas desde la pequeña isla italiana. Desde el jueves, 200 cadáveres han sido hallados, 150 personas siguen desaparecidas y solamente 150 han sido rescatadas por la Guardia Costera y barcos pesqueros. Según declararon algunas de las personas que pudieron ser rescatadas, cuando el barco empezó a hundirse, 3 barcos de pescadores pasaron cerca de la barcaza, vieron sus llamadas de auxilio y prosiguieron su camino. La tragedia ha conmocionado a la población mundial y ha hecho plantearse a dirigentes políticos de varios países la necesidad de reformar las leyes de inmigración.




No es, ni mucho menos, la primera noticia de inmigrantes que naufragan que oímos, pero la magnitud de la catástrofe y la crueldad de la situación nos han hecho reflexionar. ¿Cómo es posible que, habiendo visto el horror de la gente que moría, varias personas decidieran ignorarlos y dejarlos morir? ¿Quién somos nosotros, o los gobiernos, para poner una valla y decir a los inmigrantes “de aquí no podéis pasar” como si la tierra fuera nuestra?


El primer ministro italiano dijo no creer que los 3 barcos pesqueros pasaran por al lado de la barcaza en proceso de hundirse y no hicieran nada por ayudar. La alcaldesa de la pequeña isla Lampedusa, Giusi Nicolini, por el contrario, sí. Según ella, si los pescadores pasaron de largo fue porque “su país ha procesado a pescadores y armadores que han salvado vidas humanas por complicidad con la inmigración clandestina”. Explica que en 2008 Silvio Berlusconi aprobó una ley que prohíbe ayudar a inmigrantes a entrar en Italia, sean las que sean las circunstancias. Por increíble que parezca, no son pocas las personas afines a esta ley que va tan en contra de los Derechos Humanos y que, por lo tanto, no tiene cabida hoy en día.

Sin embargo, Italia no es el único lugar donde se dan casos como esté. La frontera entre México y Estados Unidos está separada por un muro en el cual más de 10.000 personas han perdido la vida intentando pasar. Pero no hace falta irnos hasta América para encontrar situaciones semejantes. Sin ir más lejos, en España, la frontera entre Ceuta y Melilla y el resto de África es una zona peligrosa donde se producen muchas muertes. Muertes evitables.

Y es que, tan obvio como que el aire no tiene dueño, la tierra tampoco debería tenerlo y los seres humanos deberían ser libres de elegir dónde y cómo quieren vivir, sin que nadie les impida o imponga nada. Además, es innegable que la emigración ha sido el origen de muchas civilizaciones y países, ejemplo de lo cual es América del Norte, y según muchos expertos, también el futuro.


En resumidas cuentas, el rechazo a la inmigración es algo muy arraigado en la sociedad actual, pero no por ello tenemos que resignarnos a él. Ya es hora de que los gobiernos y autoridades de los países desarrollados cambien sus legislaciones y antepongan el derecho a la vida, el primero de la Declaración de los Derechos Humanos, ante todo lo demás y terminen con esta masacre injustificada.

jueves, 3 de octubre de 2013

Adiós vacaciones, hola rutina.


Adiós verano, hola otoño. Atrás se han quedado las tardes de playa con los amigos, las vacaciones en familia, la tranquilidad de no saber ni en qué día vivíamos y no darle importancia. Volvió septiembre y con él, las clases; y casi sin darnos cuenta estamos a 3 de octubre, casi completamente inmersos en este nuevo curso. Segundo de bachiller, último año de la “etapa escolar”, por llamarlo de algún modo, curso que despierta en todo alumno algo de temor o, cuanto menos, nerviosismo.

Lo cierto es que el año empezó sin muchas diferencias con respecto a los anteriores. Oímos el típico discurso de “bienvenida” sobre lo duro que va a ser este curso con respecto a los previos y, como no encontramos en él gran diferencia con los de los cursos pasados (descontando la palabra “selectividad” un par de decenas de veces), no nos preocupamos demasiado. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que eso de que este año hay mucha materia y poco tiempo era verdad, cuando empezaron a atiborrarnos de información como si fuéramos una botella que se llena con un embudo.

Al parecer, nuestras cabezas están algo desentrenadas después de tantos meses de descanso, pero espero que poco a poco podamos ir cogiéndole el ritmo a este curso y sepamos compaginar el estudio con el disfrute de nuestro tiempo libre, obteniendo unos buenos resultados.